viernes, mayo 29, 2009

Se permiten frivolidades

Me siento casi una extraña escribiendo nuevamente, todo este tiempo perdido me he llevado pensando que puedo contar, porque la verdad que no me gusta ser autorreferente. Aunque ahora es necesario serlo para contar una experiencia super frívola, pero sé que muchas personas lo están haciendo.
Todo esto tiene relación con la crisis de los 40, ya en otra oportunidad mencioné como nos comenzamos a sentir. La mía en particular empezó por dentro y cuando solucioné algunos conflictos emocionales brotaron los físicos.Nunca había tenido la necesidad de mirarme al espejo, no sé por qué, es más dentro de mi casa no existe ninguno de cuerpo entero, no como en la casa de mis papás donde siempre hay muchos espejos.
Llegó el gran día en que me miré a uno y no me reconocí, no era yo la persona que estaba en frente, la cara con tanto sol estaba delatando las arrugas, los kilos de más me estaban molestando para hacer algunas asanas en yoga, al despertarme me costaba un montón poder empezar a leer (presbicia), algunos pelos blancos se asomaban pareciendo visos, pero bastante más gruesos y así podría seguir enumerando. Había llegado el momento de preocuparme más de mí, porque al parecer me estaba postergando. Comencé la dieta, menos sal, carbohidratos muy pocos y comer cada 4 horas. En eso apareció una amiga dermatóloga que me habló de los peelings con laser (pixel) que daban muy buenos resultados, pero el compromiso era no tomar nunca más sol en la cara, lo asumí . Voy en el segundo y la verdad la piel queda muy bien. Esto tiene intensidades, la primera vez fue bastante suave, ahora parezco cuco dice mi hermano, sin embargo el ardor es soportable. Por suerte hoy existe mucha tecnología para estar mejor, sobre todo para esos jóvenes que tienen acné hay una cantidad de tratamientos espectaculares. La técnica es muy rápida se pasa una especie de lápiz por toda la cara que expulsa unas descargas de laser. El rostro queda rojo como una insolación y luego se va eliminando toda la piel. No se imaginan la felicidad de borrar todas las marcas del acné que tuve en mi adolescencia. Esto es un categórico ejemplo del equilibrio de la vida, por lo mal que me sentí al tener la cara llena de espinillas y hoy con hartos años más puedo aprovechar la autoestima alta.