domingo, junio 28, 2009

La Porcina

No sabía como llegaría esta influenza humana o porcina como casi todo el mundo le llama acá en Chile. Tarde o temprano se asomaría en mi casa porque inevitablemente el contagio es en los colegios. Este fin de semana no sé cuantos casos supimos que se notificaron en el colegio de mis hijos y los mios eran uno de ellos. Estuve cuidándome mucho antes de viajar a Buenos Aires con miedo de contagiarme y no poder realizar este paseo con mi madre solas sin maridos y con las ganas de caminar y recorrer esa bella ciudad con tanta historia parecida a la nuestra, pero con años de diferencia en cuanto a modales y educación. Es vergonzoso llegar a nuestra tierra y ver que somos tan mal educados, poco amables y con una falta de mundo tremenda . Cuando será el día que acá se respete a una mujer embarazada en una fila, a un minusválido o a una anciana.

Al otro lado de la cordillera la porcina también estaba llegando a su peak información que acá se desconocía y a los pocos días de llegar apareció la cantidad de muertos que por lo demás eran muchos más que acá, ahí me dí cuenta que los antecedentes en Chile estaban absolutamente manipulados.

Debo reconocer que al tener un médico en la casa se facilitan las medidas y por ende la recuperación es más rápida y sin tanto trámite. En un comienzo cuando se registraron los primeros casos se les administraba el antiviral al afectado y a la familia completa, sin embargo cuando empezaron a aumentar solamente se le entregó al contagiado, ahora veo que es una medida netamente gubernamental porque sale muy caro darle a todos y no me vengan con tonteras, ya que es evidente que por mucha aislación que exista el resto de la familia igual se va a contagiar. Antes de viajar compré antiviral por si acaso y en cuanto sentí los primeros síntomas me automediqué, no me interesa lo que opinen los galenos en este caso no voy a esperar tener 40 grados de fiebre para tomar antiviral. Hasta el momento he podido estar en pie para atender a mis hijos gracias al antiviral admistrado por precaución y porque lo compré y no me lo dieron. Hasta que punto se puede confiar en las medidas estales.